Wake me when the day breaks
Show me how the sun shines
Tell me about your heartaches
Who could be so unkind?
Do you dream to touch me?
And smile down deep inside
Or could you just kill me?
It's hard to make up your mind, sometimes…
Show me how the sun shines
Tell me about your heartaches
Who could be so unkind?
Do you dream to touch me?
And smile down deep inside
Or could you just kill me?
It's hard to make up your mind, sometimes…
“La sociedad actual persigue el
reconocimiento, no el crecimiento”
Indianapolis alumbró el basketball, y cual lava de su
erupción fenómenos atemporales a quienes rendir pleitesía sobre rectángulo de
madera. Butler tuvo el honor de asistir al bautismo en la élite del arquetipo
de hombre sereno, humilde en su gozo pleno, ajeno a hirientes idolatrías y
falsos reconocimientos, precursor de la formación continua como aldabonazo con
que asestar el logro del mañana. Stevens tiene un plan, uno sin demoras, en el
que el temor por errar no tiene cabida. Aprendizaje real sobre el que sus
hombres asienten confianza y liderazgo, interactúen e integren competencias
adquiridas, moldeen un estilo propio apegado a la vieja usanza. Pústula que germina
en el Garden con cada primavera. Plétora céltica. Boston tiene una espina, una
que ha mancillado su orgullo.
Acordeón y el equilibrio en Al Horford
La post-season, ese momento de la verdad, la bielda de cada
temporada concluye sobre la eficiencia defensiva de Boston, una fuerza
destructiva de primer orden. Como también sobre la hegemonía de sus
jóvenes valores en la toma de decisiones. Sin miedo al error, ni escurrir el
bulto, siendo protagonistas de antológicas actuaciones.
Boston controla el ritmo de su ataque a 95 posesiones, cuarto
registro más bajo en PO, reduciendo incluso las 98,2 de RS (23º). A su vez 3 puntos por debajo de las 101
promediadas en los inicios de Stevens en el banquillo. Minimizar el riesgo se
traduce en ser top 10 en puntos recibidos tras pérdida propia, y directamente
el mejor en play off, con un diferencial a favor respecto de los puntos que
anotan tras pérdida del rival (+2,5). A
lo que añadir que -en su conjunto- los puntos recibidos en transición no
superan los 11 por encuentro (quinto mejor dato en la fase decisiva).
Lo cual se asienta básicamente sobre dos pilares. Rozier
lidera el ratio asistencia/turnover (4,95) y al mismo tiempo el porcentaje de
posesiones finalizadas en pérdida (5,2%), estadística en la que también
sobresalen -de entre los mejores de la liga- otros dos célticos: Morris (6,6%)
y Brown (6,8%). De otra, Horford aparece como uno de los mejores defensores en
el área restringida –a menos de 6 pies del aro – con una frecuencia de
situaciones relativamente baja (38%) es capaz de bajar en 6,5 puntos la
anotación del rival. Siendo su dato en RS aún mejor (-8,6). El dominicano es
élite recuperando en transición, y por ponerlo en perspectiva Capela - con una
frecuencia mayor del 51% debido al mayor ritmo de 97,8 posesiones del ataque de
Houston – se sitúa en idéntico -8,6 en los play off, mientras Adams (-7,7) se
queda por detrás de él en RS. Clasificación que lidera, no a demasiada distancia,
Anthony Davis (-10,8).
En el global el Defensive
Rating en PO de Celtics es el cuarto mejor con 104,6 puntos recibidos por
cada 100 posesiones, a la altura del de Utah (104,4). Cuarta plaza que ha
mantenido contando únicamente los partidos jugados en casa, bajando incluso en
dos décimas de los 100 x cada 100, con un net
rating de +9. Pero que -sin embargo- ha visto como se desplomaba respecto a
RS a domicilio. Si en temporada regular Boston ha sido el mejor equipo en este
apartado (101,8 x 100) fuera del Garden, en post-temporada su registro ha caído
hasta los 111,4 x 100 con un net rating
de -11,4 (sexto peor). A lo que sumar el antepenúltimo Ofensive Rating (100,1 x 100). Bipolaridad home/road que se acentúa si atendemos a otros aspectos, los cuales
no hacen sino refrendar la bisoñez como presumible causa de la irregularidad green, y el correlativo margen de
mejora. Así, en el ratio
asistencia/turnover, de ser el tercero por arriba tan solo detrás de Warriors y
Pelicans pasa a ser noveno (1,82 versus 1,50) y en el porcentaje de pérdidas de
balón de segundo a undécimo (11 versus 13,6). Un dato más a rescatar: el
porcentaje de rebote defensivo pasa del 81,8 al 76,2, de tercero por arriba a
quinto por abajo.
Son Tatum y precisamente Horford los tentáculos principales
de la Nebulosa Tarántula. Con el rookie en pista los C´s encajan 102,2 puntos
por 100 posesiones, cifra que asciende a 111,5 x 100 sin él en cancha. En otros
6 puntos por centenar se resiente del mismo modo la defensa verde sin Al entre
los cinco elegidos, siendo su rating de 103 x 100. Ambos están entre los 10
mejores de la liga en PO en defensive win
shares. El valor del equilibrio en
Horford se gradúa este curso gracias a su perfecto encaje con Baynes como
también con Brown o Morris en formatos pequeños, indistintamente. Así, ambos
interiores capturan por encima del 21% -cada uno- de los rebotes defensivos disponibles,
solo teniendo por delante como dupla pura a Ibaka y Valanciunas. Respecto de la
cifra de rebotes defensivos totales, los
contestados o disputados suponen para el aussie el 34,2%, y para Horford el
31,2% (28,3% en RS). Datos Top 10 en play off, y en el caso de Baynes añade ser
top 20 en RS. La solidaridad atrás se ejemplifica como ninguna otra en la labor
de sellar a tu pareja de baile para garantizar el rechace. De modo que los dos citados junto a
Morris se sitúan entre los 12 mejores por encima de los 6,5 por choque en la
estadística de box outs. Ningún otro
equipo logra colocar a tantos jugadores. Otra muesca más en los lanzamientos
bloqueados, puesto que se combinan para cerca de 2 por partido. El ex hawk a su 1,2 agrega
12,3 lanzamientos contestados o intimidados (séptimo mejor dato en PO), y 0,4
robos en el clutch (mejor dato de la post-season). A la ecuación arround the rim hay que sumar la labor
coral a la hora de reducir los puntos del rival tras segundas opciones. Boston,
cuarto mejor equipo ahí en RS mejora si cabe medio punto en PO, y acumula salvo
favorable (+2) en relación a los que ellos anotan en el otro aro.
El efecto tela de araña se agiganta con la agresividad perimetral
en uno contra uno y la actividad en líneas de pase. Smart, como no, lidera en
lo primero, casi 4 de cada 10 balones robados suceden con él en cancha,
promediando 1,7. Acumula 2,5 intercepciones por partido en PO. Todo ello junto
a ser el quinto jugador de la liga que más faltas en ataque provoca. De lo
segundo se encargan el resto, con Rozier y Tatum al frente (2,5 robos entre
ambos) haciendo olvidar las significativas bajas en este menester de Bradley y
Crowder. La sensación de agobio se traduce en la negación perpetua del pick and
roll central, intentando alejar de esa zona mortal del rectángulo a bloqueador
y bloqueado. Fruto de ello es ser el mejor equipo bajando el porcentaje rival
desde el triple frontal (32,5%), ser élite en la defensa promedio del tiro de 3
(33,5%, cuarto mejor) en play off, y liderar este mismo apartado en Regular
Season (33,9%). Tanto en volumen de lanzamientos permitidos como en efectividad
de los mismos. A Cleveland le dejó en un 32% cuando venía de promediar 37,2% en
RS y 41% en la eliminatoria contra Toronto. A Philadelphia en un 31%, viniendo
de endosarle un 36% a Miami. Y a Milwaukee en un 33,7% en las derrotas. Siendo
como es una arma decisiva en la NBA actual su impacto le confiere aura de
outsider permanente.
De JASP y behind the rainbow
Jaylen and Jason System Power o la placa base del micro machine
green. Rookie y sophomore son puntas de lanza, reboot tras cada entrega fallida
contraria. 6 puntos firman de media entre ambos en post temporada, top 10 NBA.
Con Rozier y Horford completando el top 15. No es casualidad pues que Cleveland
se fuera 1,3 pérdidas por encima de su promedio contra los orgullosos verdes,
cuando ante Toronto se quedaron en tan solo 8. En contraste, tal como referíamos
en el epígrafe anterior, su matemático autocontrol les lleva a un registro de
turnovers por debajo incluso al de Regular Season (11,6 vs 14).
Clave en el micro cosmos Stevens es la circulación de balón.
Y es aquí donde aparece again Horford
como bisagra. Sin el dominicano sobre el parqué el ataque celtic se resiente al
extremo de un -9,7 de diferencial neto, positivo en 4,2 con Al de corto.
Minutos en los que su lanzamiento “verdadero” o TS (porcentaje de tiro de campo
al que se aplica factor de corrección ponderando tiro de 3 y tiro libre) se
encumbra al 63,1%. Y su versatilidad dentro/fuera hace estragos. 3 pantallas
suyas por noche terminan en cesta (screen assists), tres décimas superior por
ejemplo a Draymond Green. Y eso a pesar de reducir en medio punto su excelente
registro de la 16/17 en Massachusetts. No en vano los triples convertidos
asistidos suponen el quinto mejor registro en PO, viniendo de la cola en RS (83,4%
vs 81,3%). De hecho el usage promedio
de los hombres que más acción absorben en ataque oscila en la horquilla 20-24,5%,
siendo el de Horford realmente bajo para la influencia que ejerce (18,5%).
Democratización y juego sin balón. Por otro lado, el de Puerto Plata anota 8,5
puntos por partido en la zona pintada, tercer mejor pivot, lo que significa más de
la mitad de su producción total (54,2%). Poniendo en perspectiva el dato,
Capela anota 11,2 pero para un 88%.
El mid range y la asignatura pendiente detrás del arco.
Boston acumula nada menos que 5 jugadores entre los 15 cuyo porcentaje de puntos
generados desde la zona media es más elevado. Tatum a la cabeza con casi un 15%
de sus puntos totales, le sigue Morris con un 13,6%. Es de subrayar como ambos
se colocan en la élite de anotadores tras segundas opciones, pese a ser
discretos reboteadores ofensivos (como equipo 11º en PO). El palmeo directo no
se contempla (Baynes al margen), se prefiere volver a empezar para con un
eficiente movimiento de balón finalizar desde esa distancia intermedia. La más
ineficiente según los gurús de las sabermetrics. Y es precisamente behind the rainbow donde los de Stevens
tienen amplio margen de mejora. Y ya no tanto por la efectividad como por el
volumen.
Ante Cavaliers acabaron firmando un deplorable 31,3% en
triples pero si descontamos el 18% del séptimo partido nos quedaría un
aceptable 34,3%. No muy lejos del 35% ante Phila o del 37,3% ante Bucks. En ese
7º, empero, Celtics se disparó a 39 lanzamientos, ocho por encima de su media, y
sus porcentajes en caída directa al infierno.
Aquí Smart es un garbanzo negro. Marcus abusa inmisericorde desde
el arco con escaso acierto. El 30,6% de
su anotación total procede del triple para un volumen de lanzamientos desde esa
distancia del 47,6%. Cerca de la mitad de sus tiros totales. Y esto con una
efectividad del 22% es hacerse el haraquiri. A reseñar la preponderancia en
este capítulo de Rozier en post-temporanda. Replicando el rol de Irving, en
ausencia de éste. En la transición de los 5 a los 7,7 lanzados por partido
(Kyrie promediaba 6,8). Inversamente proporcional a su eficiencia (de un 38% a
un 34,7%), y lejos de acercarse al estratosférico 40,8% de Uncle Drew en liga
regular. Terry ha tenido picos realmente altos, como en el sexto en Ohio, pero
con un volumen de tiro desde ahí un tanto desorbitado para su producción (55,3%
para casi el 49% de sus puntos totales). El equilibrio en torno al 40% de
Brown, considerando esas tres variables, acude aquí al rescate. Así como un
Morris que produce el 38% de su anotación cimentado en un escaso volumen del
32%. Mención especial a Baynes con el que se ha contado en PO como factor
sorpresa desde las esquinas, casi 3 de cada 10 puntos from behind respecto de un uso del 25,8%. Excelente. Por lo tanto, brotes
verdes para la esperanza, aunque lejos de disponer ya no de un Korver, Tucker o
JR sino de un Crowder o Ingles (con cifras equitativas en ambos apartados
superiores al 60%) que hagan aún más espacio.
Irving y Hayward, una epístola
El sentido de la asociación, eslabones de la cadena. Todo
matiz se tiñe de trébol cuando se trata de diseccionar sus vasos comunicantes. Sin
menoscabo de los ausentes. Es entonces cuando emerge el peso ofensivo de
Irving, y su elevado 30,7% de usage
en RS como amenaza de quiebra. Dato a la altura del de Durant, Donovan Mitchell
o DeMar DeRozan. También la dicotomía ataque/defensa de la que nunca ha escapado
en su carrera. En ataque su presencia ha resultado sencillamente elemental:
108,7 pts x 100 pos con él en pista, por casi 7 puntos menos cuando le tocaba
descansar. Sin posibilidad de medición en PO, lugar común para sus mejores
actuaciones, su ratio defensivo por el contrario se hunde a 103,4 x 100 con
él sobre el parqué, casi 4 puntos peor a cuando se sienta (99,7).
No le va a la zaga el 28% de Hayward en su última temporada
en Utah, en cuanto a absorción de ataques se refiere. A la altura del usage de Curry, George o Antetokounmpo.
Ambos juntos en la ecuación sí que mandarían al garate la antedicha
democratización. Aunque con Gordon quede la certeza de su comunión con la filosofía
del coach y un manejo cualificado de toda suerte de habilidades tanto físicas
como de IQ. Habla de ello, su promedio de asistencias en los pasados play off
(3,4), algo más de una y media por cada pérdida cometida. Como también su
porcentaje de tiro “verdadero” (59,8%).
Menos intrigante resulta averiguar –sin embargo- lo que ambos
son capaces de aportar en un final de partido igualado. Ese poso de la
sabiduría y experiencia de la que nadie va sobrado. Y eso que estos Celtics se
han erigido sin ellos en equipo top del clutch
time. En PO han ganado 5 de 8 partidos en tales circunstancias, 5 de 7
llegando a los 3 minutos finales con una diferencia +/- 5 puntos. En Regular Season han repetido el 63% de
victorias, casi un 60% si acotamos a los 3 minutos finales. Y además con una
carta de tiro que se acerca al 50% de acierto.
En North End tienen motivos para sonreír. La leyenda nunca
les es esquiva, y ahora no iba a ser menos. Con telas de alta confección o
retales de andar por casa, siempre encuentran un recoveco por donde colarse en
la cena de gala. Es el espíritu de un orgullo que compite, que respira indemne.
Tal como hoy, en 1992 los Cavaliers se imponían a Celtics en
el desempate de la semifinal del Este, fue el adiós de Larry “el mito” Bird.
Ese mismo verano The Black Crowes nos traían esta premonitoria pieza. Porque
detrás de cada corazón herido siempre hay motivo para ser feliz.